Disquecia del lactante, todo a saber de este problema

La disquecia del lactante es una afección digestiva que presentan muchos bebés. Dados sus síntomas, lo normal es que los padres y cuidadores se preocupen mucho y piensen que se trata de estreñimiento. Pero lo cierto es que este malestar es más benigno de lo que parece. En este artículo te enseñaremos en qué consiste y qué puedes hacer si tu hijo lo sufre. Sigue leyendo para saber más al respecto.

¿Qué es la disquecia del lactante?

La disquecia del lactante es una especie de trastorno digestivo benigno, que suele afectar a los bebés en sus primeros meses de vida. Desaparece por sí solo y no implica la existencia de otro malestar mayor, aunque suele crear mucho nerviosismo en los padres.

El nombre hace pensar que se trata de una enfermedad, pero en realidad se trata de algo más normal. La disquecia del lactante es la dificultad que tiene el bebé lactante para evacuar, pero debido a una falta de madurez de su cuerpo para controlar los esfínteres a voluntad.

Esto significa que el infante hace fuerza y puja para evacuar, pero aún así mantiene el ano cerrado. Como es lógico, cuando el cuerpo no reacciona a lo que desea la mente, al bebé le cuesta mucho esta acción.

Tal como se ha mencionado, esto no es ninguna enfermedad, así que no hay que suministrar medicación. Sólo se debe tener paciencia y darle tiempo al bebé a que reconozca que si se relaja, podrá defecar con facilidad. También se le puede ayudar con algunos masajes en la pancita o flexionando suavemente sus rodillas.

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Causas y síntomas de la disquecia del lactante

La causa fundamental de la disquecia del lactante es una ausencia de coordinación de fuerzas en el cuerpo. El bebé empuja el abdomen de forma cada vez más fuerte para poder evacuar, pero al mismo tiempo, cierra con fuerza el esfínter anal. Por la inmadurez de su proceso de eliminación de desechos corporales, el niño no es consciente de que lo que hace sólo empeora su situación.

Los síntomas de este trastorno son el llanto de por lo menos 10 minutos, pues el bebé se esfuerza por defecar. Al mismo tiempo, es muy probable que su carita se enrojezca por la presión al pujar. Estos síntomas aparecen por lo general, durante los primeros meses de la vida del bebé, pero se eliminan de forma espontánea al cabo de unas 3 a 4 semanas.

Esta frustración se manifiesta también a través del llanto y los gritos nerviosos del bebé. Recuerda que a su corta edad, no tienen otra forma de expresarse si no es llorando o quejándose. Por eso no debes perder la calma y más bien procurar ser comprensivo y paciente.

¿Qué hacer en caso de disquecia del lactante?

Para la disquecia del lactante no existe un tratamiento propiamente dicho con medicamentos. Algunas personas probablemente te digan que le des infusiones al bebé, sin embargo, esto no es buena idea.

Para empezar, porque si tu bebé está en su primer semestre de vida, debería consumir exclusivamente leche materna, en caso de que sea amamantado. Por otra parte, no se trata de un problema de heces duras, sino de un excesivo cierre del esfínter anal. Aquí puedes leer más sobre el agua para bebés recién nacidos.

Recuerda que las heces de un bebé ya son bastante líquidas, así que las infusiones no harán diferencia ante el malestar del infante, que tiene una causa distinta.

Otro consejo que algunos abuelos y amigos dan, es el de estimular el ano del bebé desde afuera. Esto puede hacerse con la puntita del termómetro, hisopos con aceite o supositorios, en forma circular. La contraindicación de esta práctica es que, si bien el niño puede evacuar más fácilmente, también podríamos ocasionar que se acostumbre a hacerlo con ayuda de la estimulación y no por sí mismo.

Si de todas formas quieres ayudar al alivio de tu bebé con otras técnicas, puedes aplicar lo siguiente:

Calmarlo con el pecho: la mayoría de los bebés se relajan cuando se les da el pecho, incluso si no es para comer. Así que puedes hacer esto para que el pequeño se calme un poco y también pueda distender el esfínter anal. Verás que muy pronto evacuará y se sentirá mejor.

Flexión de rodillas: para ejercer más presión en el ano del bebé, puedes doblarle suavemente las rodillas sobre la pancita. Así los gases irán saliendo de a poco y luego el infante podrá evacuar.

Colocar calor en el abdomen: esto también puede ayudar a que el dolor abdominal se calme un poco. Puedes colocarle una mantita recién planchada o una bolsa con semillas o agua tibia, siempre con cuidado de no quemar al bebé.

Dar un masaje suave en la barriga del bebé: esto también puede ayudar al bebé a calmar el dolor. Con los dedos índice y medio se puede ejercer una suave presión en el abdomen del niño. Realiza círculos siguiendo el sentido de las agujas del reloj. Luego, con las palmas, has como si “arrastras” desde la base de las costillas hacia el abdomen y luego hacia los lados.

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¿Disquecia del lactante es lo mismo que estreñimiento?

No. Pareciera que se habla del mismo trastorno, pero existe una diferencia. El estreñimiento implica la presencia de heces duras y por lo general de gran tamaño, por lo que cuesta más para evacuar. En el caso de la disquecia, existe dificultad para hacer la caca, pero ésta sigue siendo líquida o, en todo caso, un poco más pastosa.

Para ilustrar mejor esta explicación, piensa en que si un adulto sufre de estreñimiento, puede tomar un laxante para ablandar las heces y así poder evacuar. Sin embargo, si un bebé llegara a tomar laxantes, su excremento sería aún más líquido y de todas formas el problema seguiría.

Otros trastornos digestivos de los bebés

Muchos bebés sufren de los llamados trastornos digestivos funcionales. Se trata de diferentes alteraciones que pueden tener en su sistema digestivo, algunas pueden ser crónicas y otras sólo recurrentes. Estos trastornos no significan un problema grave para el desarrollo de los niños, aunque ciertamente afectan su calidad de vida mientras los padecen.

Para poder distinguir estas patologías, se deben hacer análisis detallados, ya que pueden compartir síntomas parecidos entre ellas. Igualmente, la certeza del diagnostico permitirá recomendar un tratamiento adecuado para cada caso. Algunos padres asocian estos malestares con otras causas, como por ejemplo el mal de ojo en bebés.

Los padres juegan un papel muy importante en la forma de tratar estos malestares. Muchas veces no se requieren de fármacos, sino de la calma y paciencia de papá y mamá o del cuidador del niño. Así mismo, los trastornos digestivos funcionales suelen causar muchas veces alteración de los patrones de sueño, alimentación o conducta del infante.

Al tratarse de complicaciones en el sistema digestivo, muchos de los síntomas pueden ser comunes, no obstante, algunos dependen del tipo de trastorno. Entre los principales se encuentran:

Trastorno de regurgitación del lactante

Se trata de la devolución de los alimentos ya deglutidos, como un acto involuntario. Es muy común en bebés que estén entre las 3 semanas de edad hasta incluso el año, aunque suele desaparecer a partir de los 6 meses. No hay presencia de náuseas, dificultad para tragar, ni vómitos de sangre o hematemesis.

Cuando estos trastornos aparecen, uno de los motivos que no se deben dejar de considerar, es que los niños de pocas semanas o meses de vida, todavía tienen un sistema digestivo inmaduro. Las posturas en las que se coloca al infante también pueden influir en que se presenten algunos de estos malestares.

Si la regurgitación del lactante sucede de forma constante y por mucho tiempo, podría haber signos de alerta, como una disminución del peso corporal del infante, anemia o deshidratación. En cualquiera de esos casos, es necesario visitar al pediatra para que recomiende lo que corresponda.

Los padres deben saber que si no hay síntomas de alarma, este trastorno desaparecerá solo. De esta manera, por más que exista cierta preocupación por la regurgitación, podrán tranquilizarse con que es algo temporal.

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De todas formas, algunos consejos para lidiar con la regurgitación son: darle comidas más frecuentes y en menor cantidad al bebé, para no forzar demasiado al intestino. Mantener al bebé en una posición lo más vertical posible, para que la devolución del alimento se vea frenada y si hay que acostarlo, colocarlo ligeramente de costado, para evitar que se pueda ahogar con el vómito.

Rumiación

Parecido a la regurgitación, este trastorno sucede cuando se devuelve el alimento a la boca desde el estómago, sin ser digerido. Igualmente sucede involuntariamente y de forma repetida. Este trastorno es más común en los niños que presenten algún tipo de problema neurológico.

Para poder hacer el diagnóstico por rumiación, debe haber una expulsión de alimentos con frecuencia, para poder diferenciarlo del vómito simple.

Síndrome del Vómito Cíclico

Este trastorno implica la sensación de náuseas y la expulsión de forma violenta del contenido estomacal por la boca. Por lo general sucede por varios días, en horas similares. Comienza y termina de manera brusca, así como es acompañado de exceso de salivación, sudor, malestar abdominal, palidez, debilidad, entre otros síntomas.

Cólico del Lactante

Los cólicos suelen ser dolores en el área abdominal, por lo que el bebé llorará mucho. El llanto por cólico del lactante suele ser prolongado por más de 3 horas al día y tener un timbre más alto y afectado que el llanto común. Este trastorno suele suceder con mayor frecuencia durante las noches y puede durar varios días.

Los síntomas de este malestar suelen ser: ruidos intestinales, ansiedad o movimientos frecuentes de las piernas del bebé, irritabilidad e inquietud y, por supuesto, llanto desconsolado.

Los padres pueden darle masajes en la pancita al bebé, en el sentido horario, o colocarlo en la cama boca arriba, para estirar y flexionar sus piernas buscando relajarlo.

Diarrea Funcional

Se trata de una diarrea benigna, aunque no por eso hay que dejarla de lado. Para ser diagnosticada como diarrea funcional del bebé, debe durar más de cuatro semanas, sin dolor y con abundancia de heces durante el día.

Para poder tratar adecuadamente este trastorno, se debe aplicar una alimentación variada, rica en vitaminas y minerales como el zinc. Los líquidos y las golosinas deben reducirse. Debe procurarse que el bebé no se deshidrate, por lo que se le pueden suministrar sueros orales o los medicamentos que recomiende el especialista.

Estreñimiento Funcional

Así como existe la disquecia del lactante, también existe el estreñimiento funcional del mismo. Es un trastorno más común en las niñas que en los niños. Está caracterizado porque la cantidad de evacuaciones disminuye, habiendo una retención de las heces. Cuando por fin se logra excretar, se torna en un proceso doloroso.

Los bebés pujan mucho y la dificultad de la evacuación radica en que las heces son más grandes y más duras. Estos bebés suelen mostrar poco apetito, muchas flatulencias e irritabilidad. Los bebés que se alimentan con leche de fórmula y o que ya incluyen otro tipo de alimentos en su dieta, son más propensos a sufrir de estreñimiento.

Para identificar con certeza si se trata de estreñimiento o disquecia del lactante, se debe hacer un análisis detallado de todos los síntomas. El pediatra será quien haga esta evaluación y recetará el tratamiento necesario.

Dependiendo de los hábitos alimenticios del bebé, el médico especialista podría recomendar alguna dieta con papillas o tal vez el uso de algún laxante. Esto siempre será bajo supervisión, pues será necesario determinar la dosis correcta para el infante.

Intolerancia a la lactosa

Es otro problema de tipo digestivo que afecta a muchos bebés y que puede ser causa de cólicos en el lactante. Muchos padres no se dan cuenta de que sus hijos son intolerantes a la lactosa hasta después de varios episodios de fuerte malestar en el infante. Este trastorno puede comenzar desde la primera infancia, o ya en la adolescencia y agravarse en la adultez.

Dependiendo de la cantidad de lactosa que se ingiera, los síntomas de la intolerancia pueden variar y ser más o menos intensos. Los principales son las náuseas y dolores abdominales, pero también hay excesiva flatulencia y heces blandas o diarrea.

Para descartar que tu hijo sea intolerante a la lactosa, lo mejor es que suspendas la ingesta de todos los alimentos que tengan esta sustancia por un par de semanas. Olvídate de la leche, los quesos, sueros lácteos y demás derivados de la leche, ya sea líquida o en polvo.

Luego vuelve a introducir estos alimentos en su dieta, de forma gradual. Si ves que los síntomas del malestar aparecen de nuevo, puede que tu pequeño sufra de intolerancia a la lactosa. En todo caso, para terminar de cerciorarte, habla con el pediatra para que haga el diagnóstico apropiado.

En cuanto a los bebés recién nacidos, muy pocos de ellos sufren de esta patología, sin embargo, puede haber casos de deficiencia de lactosa congénita. Esta condición hace que el niño no pueda procesar la lactosa de la leche materna o de fórmula artificial. Así, puede que sufra de diarrea, deshidratación y pérdida de peso grave.

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Consideraciones generales

Si tu bebé sufre de disquecia del lactante o cualquier otro trastorno digestivo funcional, debes tomar las previsiones para lidiar con ello. No sólo son medicamentos, dietas o masajes. También debes hacer un trabajo psicológico y emocional como padre, para que sepas controlar tus respuestas ante el llanto y las quejas de tu pequeño.

Si piensas que el bebé llora mucho, primero que todo debes estar consciente de que si es un niño de menos de un año, no tiene otra forma de expresión más que el llanto. La respuesta paterna natural ante esta acción es la de procurar calmar el malestar del infante. Lamentablemente, no siempre se puede, ni resulta tan sencillo.

Cuando hay episodios de llanto desconsolado, gritos, pataletas o evidencias de dolor, muchos padres tienden a sentirse estresados, ansiosos o frustrados por no saber cómo ayudar al bebé. Si eso ocurre, por más que cueste, lo más importante es que los adultos mantengan la calma y busquen las maneras más comprensivas y amorosas de ayudar al niño.

A veces no hay que buscar ningún medicamento, sino que basta con mimar un poco al pequeño para que se relaje y pueda distender sus esfínteres o simplemente controlarlos mejor. Además, si el niño percibe que sus padres están tensos o angustiados, puede que su malestar empeore. Lo mejor es poder transmitirle cierta calma y protección al bebé desde la propia tranquilidad como padres.

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Con estos problemas digestivos de los bebés, piensa que en cuestión de algunos meses, ya el sistema del bebé habrá alcanzado mayor madurez y probablemente desaparezcan los trastornos. Recuerda que el bebé aunque nace formado por completo,  no tiene la misma tolerancia del cuerpo de un niño más grande y mucho menos, de un adulto.

Su sistema digestivo, inmune, respiratorio, etc., todavía están en proceso de adaptación al ambiente fuera del útero materno. Igualmente, hay procesos fisiológicos que están aprendiendo a realizar por sí mismos y que les pueden llevar algunas semanas o meses. No te desesperes. Si quieres saber de otros tipos de alimentación, lee aquí sobre la leche de almendras para bebés.

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