Cuentos Cortos Mexicanos, Interesantes Relatos y Más

En el artículo de hoy, hablaremos un poco sobre algunos Cuentos Cortos Mexicanos. Exploraremos un poco sobre que trata cada uno de algunos cuentos en donde podrás ver que pese a que quizás no son muy conocidos para otros países, lo cierto es que al leerlos, te das cuenta que sirven mucho para la reflexión.

CUENTOS CORTOS MEXICANOS

Cuentos Cortos Mexicanos

Leer, es una de las mejores actividades que puedes realizar en tu tiempo libre, te permite aprender sobre distintos temas, te ayuda a distraerte y pasar el rato y posee múltiples beneficios a nivel cognitivo para el lector: disminuye la probabilidad de sufrir alzheimer, te da agilidad mental, incrementa tu comprensión lectora, aumenta tu vocabulario, entre otras cosas.

Si te interesan los cuentos cortos mexicanos también te invitamos a visitar: Cuentos con Moraleja.

Por otro lado, cuando realizas lecturas que provienen de un lugar o región determinado, puedes aislar elementos comunes que compartan todas ellas y que te dan una sugerencia de aspectos culturales, políticos y económicos que de cierta forma definen a esa población específica. Es decir; que la represente.

Por ejemplo, a nivel gastronómico, es bien sabido que la comida Mexicana se caracteriza por el uso excesivo de picante en todas su comidas y bebidas.

Este artículo sobre cuentos cortos mexicanos, es para aquellos que tengan curiosidad por conocer como es la literatura mexicana y para cualquier persona en general con ganas de pasar un rato ameno.

El Ciclo

«El Ciclo» es uno de los cuentos cortos mexicanos clásicos más conocidos, escrito por Francisco Lerdo de Tejada quien nació en 1827 en Jalapa, México y murió en la ciudad de New York en Estados Unidos en 1889. Un dato curioso sobre este autor, es que fue el presidente de México para el período de 1872 a 1876.

Este cuento inicia con Don Melitón llegando a su oficina y diciéndole a su secretaria que estará ocupado para cualquier asunto que no se relacione con su boda. Dicha oficina, se ubica en el último piso del edificio del paseo de la reforma.

Una vez que llega a su escritorio de caoba, respira con fervor el aroma del agua de colonia que suele utilizar todos los días, espera un momento y luego se asoma para mirar por su gran ventana para observar la hermosa vista de la ciudad de México por la tarde.

Revisa por encima del escritorio donde se hay cinco teléfonos y un adorno con forma de elefante hecho de plata. Revisó unos documentos y apretó distintos timbres para indicar su llegada a los colaboradores más importantes.

Aprieta el intercomunicador y pide un vaso de jugo de naranja y unas aspirinas mientras observa con detenimiento el cuadro de Schmill que compro hace poco. Mientras lo hace duda sobre el monstruo que esta representado y si realmente es el retrato del alma del artista.

Se sienta y empieza a buscar entre las distintas facturas sobre la boda que tendrá próximamente su hija con alguien que se apellida Porfiriano. Aunque cabe destacar, que la boda pinta ser fastuosa.

Este hombre puede describir a la perfección su situación económica con solo mirar su aspecto: una cara redonda con una piel de tez morena brillante, que albergan dos ojos negros que pareen centellar. Con unos carrillos grandes y carnosos y una figura algo rolliza.

Gran cambio el que ha sufrido desde su adolescencia, cuando solo era un muchacho debilucho y bizarro, que peleó con fiereza contra el despótico gobierno de Porfirio Díaz. Hoy en día no queda huellas de esa versión del ayer.

CUENTOS CORTOS MEXICANOS

Por otro lado, sus piernas fuertes y deformadas por montar tanto tiempo en el caballo poco a poco habían perdido su fuerza; mientras que las ropas que solía utilizar de manta cambiaron por casimires ingleses y prendas de seda; y los huaraches fueron remplazados por zapatos finos de origen americano.

Su odio profundo a la dictadura y ese pequeño grupo de personas que detenta el poder sin escrúpulos y a costa del dolor y sufrimiento de las minorías parecen cosas de otra vida. Así como su deseo de transformar la estructura económica y social de México, algo común en varios cuentos cortos mexicanos.

La vida que posee ya no es como la de antes, hoy en día representa a un importante hombre de negocios, que se regocija en los círculos más importantes e influyentes de la política, de la banca, con los dueños de las empresas más importantes del país y con las figuras públicas relevantes de la sociedad. A su vez, su gustos fueron cambiando, adaptándose a una vida de lujos y comodidades con una predilección por la buena comida.

En todo caso, continúa revisando sus papeles cuando entra su secretaria con las aspirinas y el jugo que previamente había solicitado. Ahí hace una pausa de lo que esta haciendo para admirar al ejemplar de mujer que tiene por delante, cuya figura es esbelta y cimbreante, con un cabello castaño sedoso que oculta parte de su frente pero sin tapar sus hermosos y agresivos ojos azules.

La secretaria, que sabe a la perfección como son los gustos de Don Melitón, lo provoca haciendo poses atrevidas actuando como si se diera cuenta de lo que esta haciendo.

CUENTOS CORTOS MEXICANOS

Don Melitón, buscando que su secretaria se mantenga un poco más cerca de él, le pide que por favor llame al señor Santos, responsable de la decoración de la boda.

Los padres de la secretaria habían puesto sus esperanzas en ella, incitándola para que se dedicará al mundo de la moda o en todo caso, trabajara en Xóchitl o Rosa Murillo. Pero su encuentro con Don Melitón cuando leía un periódico en la parte trasera de su Mercedes Benz mientras ella esperaba un pesero, lo cambiaría todo. A pesar del sueldo, ella continuaba ahí; quizás con la ilusión de poder ser parte de algún negocio, o herencia a futuro.

Don Melitón, embotado por su belleza, opto por ofrecerle trabajo como secretaria. Aunque su capacidad mecanografiando era bastante dudosa. Aun así, demostró ser capaz de resolver distintos problemas y lograr captar algunos clientes que otros empleados consideraban que se habían perdido.

En ese momento ella le comenta que ya tiene al señor Santos en la línea.

Don Melitón coge el teléfono y le dice al decorador que se encuentra muy molesto con él, debido una inconsistencia con el precio. En principio el había accedido a Decorar el Palacio de Minería para el banquete a un precio, pero ahora que tiene la factura en mano, se percata que se han agregado unos 25.000 pesos más al costo original.

Al continuar con la conversación le comunica que cualquier error que haya tenido arreglando el salón no es su problema, es de él. El precio se estableció en 250.000 pesos y no hay razón para agregar un peso más a la factura. Todo esto  lo dice mientras su tono de voz se hace más agresivo y suelta dos manotazos al escritorio. Luego de escuchar unos segundos lo que el decorador le dice, tranca de forma brusca el teléfono.

En ese momento expresa «Son como pirañas, no pueden ver a alguien que posea dinero porque entonces lo quieren exprimir. Es verdad que he gastado un cuantiosa suma en la boda de mi hija y que mi situación económica es conocida por todos. Aun así, la celebración tiene que ser de las mejores. Dicho esto, le pregunta a su secretaria llamándola «Paty«, si ya recibió la lista que el Duque de O´Tranto había indicado que mandaría.

Ella le responde que sí, que ya se están rotulando los sobres de las invitaciones. Don Melitón le dice que no quiere que se excluya a nadie, que por favor se ponga en contacto con los Hoteles Hilton y María Isabel para reservar las mejores habitaciones donde se hospedaran sus amigos extranjeros.

Que luego le envíe las facturas. A su vez, le pide que le indique a Ramírez que contacte con su avioneta que se encuentra en Belice, para conseguir el informe de las bebidas, pues se siente nervioso de que no lleguen a tiempo.

Su secretaria se levanta de la silla y comienza a caminar de forma seductora y lenta hasta llegar a la puerta. Don Melitón se levanta también de su escritorio y se dirigió al librero, dónde presionó un botón oculto que dejó al descubierto una pequeña cantina debajo de unos libros falsos. En esta cantina se podían apreciar distintos vasos, botellas de alcohol, refrescos y una hielera. Se dispuso a tomar un vaso, le colocó dos hielos y se sirvió un poco de whisky.

Luego fue y encendió la radio, se sentó y se quedó bebiendo un rato.

Ahí aparece su secretaria y le indica que todo marcha bien con la tripulación. Esto hace que Don Melitón sonría y se relajara un poco.

Luego ella pregunta cómo se debe pagar el vestido de novia, allá en París o por medio de un giro postal.

Don Melintón le responde diciendo que Padilla ya sabe que hacer. Y agrega que se siente muy cansado, a pesar que todavía faltan dos semanas para que sea la boda. En eso agarra con sus manos una de las majestuosas invitaciones y lee lo que dice hasta llegar donde dice su nombre, el cual deletrea de forma pausada. Lo vuelve a repetir y esta vez lo hace con una elegancia particular, haciendo una interesante distinción pues, el nombre de Melintón Garduño a secas, le parecía algo vulgar.

En ese momento se comienza a escuchar un revuelo en la calle, Don Melintón al tener a su secretaria al lado, le pide que se asome para ver qué es lo que ocurre.

Ella se dirige a la ventana sin perder la ocasión de provocarlo con su andar. En la ventana, se inclina para mirar mejor y poder enseñar sus espléndidas caderas con gruesas y firmes piernas en una posición seductora. Por su parte, Melitón corría el paso que soportaba su mano y deja que su imaginación se desbordara.

Su secretaria le comenta algo emocionada, que son los Granaderos que están disolviendo una manifestación de estudiantes con rumbo al centro y que no es capaz de ver lo que dicen los letreros.

Al escuchar a su secretaria, se altera al punto de derramar parte de su bebida y pregunta ¿por qué el gobierno no pone mano dura con esos comunistas que solo alteran el orden público?. Quizás, por el presentimiento de que ocurra otra revuelta como aquella que se dio hace muchos años, dónde él formó parte en la lucha contra un pequeño grupo que detentaba el poder y las riquezas, teniendo al resto del pueblo sumergido en la miseria y la ignorancia, mientras eran oprimidos. Uno de los  cuentos cortos mexicanos que ha dado mucho de que hablar.

Acuérdate

Escrito por Juan Rulfo. Este es uno e los cuentos cortos mexicanos comienza recordando a Urbano Gómez, que es hijo de Don Urbano, y a su vez; nieto de Dimas. Quien se encargaba de las celebraciones pastorales y que murió diciendo como últimas palabras «Rezonga Ángel Maldito» durante los tiempos de la influencia. Aunque hace muchos años desde que eso ocurrió (aproximadamente hace quince).

En todo caso, aún deberías ser capaz de acordarte de él, recuerda que le solíamos decir «el abuelo», debido a que su otro hijo: Fidencio Gómez, tuvo dos hijas algo juguetonas. De las cuales una era muy prieta y la otra muy pequeña. A esta última se le conocía como la arremangala, mientras que la otra alta y de ojos zarcos se cuestionaban su descendencia, además de de estar enferma de hipo.

Tienes que recordar la algarabía que se formaba cuando estaban en misa y que al momento de la eucaristía siempre le daba un ataque de hipo. Que daba la sensación de estar llorando y riendo al mismo tiempo. Entonces debían sacarla de la capilla para darle un poco de agua con azúcar para lograr controlar el hipo. Con el tiempo ella se terminaría comprometiéndose con Lucio Chico, que era el dueño de la mezcalera que se ubica río arriba, cerca del molino de linaza de los Teódulos.

También debes recordar como a su madre la conocían como la «Berenjena», debido que se la pasaba metida de un problema en otro. Donde al salir de un problema se enredaba con un muchacho. llego a tener algo de dinero, pero siempre debía gastarlo en los entierros pues todos sus hijos morían a al poco tiempo de haber nacido, por lo que siempre le mandaba a cantar alabanzas mientras los trasladaba al panteón.

Fue así como perdió la mayoría de su fortuna, ya que gastaba bastante con cada funeral.

Al final, solo dos lograron sobrevivir, Urbano y Natalia, aunque ellos no tuvieron la dicha de crecer en abundancia y su madre no los vería nacer pues murió durante su último parto, cuando tenía aproximadamente cincuenta años.

Debiste haberla conocido, ya que era realegadora y siempre se la pasaba en una discusión con algún vendedor de jitomates en el mercado buscando rebajar el precio. Terminaba dando gritos diciendo que la estaban robando. Cuando cayo en la pobreza, comenzó a hurgar en la basura buscando cebollas y ejotes o cañuto de caña para sentir algo dulce en su boca y en la de sus hijos. Después de eso, no se volvió a saber más de ella. Este es un punto clave en este ejemplar de cuentos cortos mexicanos.

Aquel al que conocían como Urbano Gómez tenía más o menos nuestra misma edad, quizás unos meses mayor. Era excelente jugando rayuela y ñas trácalas. Acuérdate que nos solía vender clavellinas, a pesar que era más sencillo adquirirlas en en cerro.

También nos vendía mangos verdes que recogía sin permiso del patio de la escuela junto con naranjas con chile que adquiría en la portería con dos centavos y luego no los quería revender a cinco. Hacia rifas de cualquier cosa que cargaba encima, desde canicas, ágatas zumbadores, mayates verdes, trompos, entre otras cosas.

Debes acordarte, él era el que nos traficaba a todos. También era el cuñado de Nachito Rivero, que termino siendo menso con solo unos días de estar casado con Inés. Que por cierto,  tuvo que abrir un puesto de tepache en la garita por el camino real. En cambio, Nachito pasaba sus días recitando canciones desafinadas en una mandolina prestada que le pertenecía a la peluquería de Don Refugio.

Siempre solíamos ir con Urbano a ver a su hermana, para tomar tepache (aunque nunca le pagábamos porque le decíamos que luego se lo pagaríamos, pero nunca teníamos dinero). Esto hizo que se quedará sin amigos porque luego todos le huíamos al verlo para evitar que nos cobrara. Esa pudo ser la razón por la que terminara siendo malo, aunque capaz; y era así desde que nació.

Lo expulsaron del colegio sin culminar ni el quinto año, porque lo atraparon con su prima «la arremangada», mientras jugaban al papá y la mamá ocultos por donde están los lavaderos, dentro de un aljibe seco. Lo agarraron por las orejas y lo llevaron hasta la salida mientras todos los miraban y se reían. La idea era que terminara avergonzado, pero el salió del colegio con la frente en alto diciendo amenazas de que todos se las pagarían algún día.

Ella por otro lado, no dejaba de hacer pucheros con la vista clavada en los ladrillos mientras la trasladaban a la salida, cuando llega a la puerta es que rompe en llanto, haciendo un ruido que duro toda la tarde similar al aullido de un coyote. Debes tener problemas de memoria si no eres capaz de acordarte de eso.

Luego cuentan que su tío Fidencio, que trabajaba en el trapiche le dio una paliza tan fuerte, que estuvo cerca de dejarlo paralitico. A raíz del coraje que le quedo, decide irse del pueblo.

A partir de ese momento no se supo más nada de él hasta varios años más tarde, cuando nos enteramos que se había hecho policía. Se la pasaba todo el tiempo en un banco en la Plaza de Armas, con la carabina entre las piernas mirando con desprecio a todos. Ya no saludaba a nadie, y si alguien por casualidad lo veía, el volteaba la mirada ignorando la situación.

Por ese entonces fue cuando asesino a su cuñado, a Nachito, el de la mandolina. Cometió el error de llevar unas serenata en la noche, por ahí cerca de las ocho, cuando aun se escuchaban las campanas del toque de Ánimas.

En ese momento fue que comenzaron los gritos, y las personas que se encontraban dentro de la iglesia rezando el rosario salieron corriendo y vieron la escena de Nachito intentando defenderse con su mandolina acostado en el suelo, mientras que Urbano le propinaba fuertes golpes con el máuser.

Tuvo que salir un extraño de entre la multitud para auxiliarlo y quitarle la carabina. Pero se golpeo con ella en la espalda, provocando que se doblara y cayera en la banca del jardín donde permaneció tendido.

Ahí paso toda la noche, al día siguiente a primera hora de la mañana se fue. Algunas personas comentan que antes de irse, hablo con el cura para pedirle su bendición pero que nunca la recibió. Si te ha gustado lo que haz leído hasta este momento sobre los cuentos cortos mexicanos, te puede interesar leer sobre este clásico de la literatura para niños: La liebre y la tortuga.

Durante su partida lo encontraron cojeando y lo detuvieron cuando se detuvo a descansar. No se resistió, incluso; algunos afirman que ayudo él mismo a colocar la soga en su cuello y señalo el árbol donde quería que lo ahorcaran. Deberías ser capaz de recordar quien es él, pues lo conociste tanto como yo en la escuela. Un final muy significativo parauno de los más conocidos cuentos cortos mexicanos.

Alta Cocina

Uno de los mejores cuentos cortos mexicanos escritos por Amparo Dávila. La historia inicia cuando alguien escucha la lluvia golpeando las ventanas y le recuerda los gritos de alguien. Gritos de esos que le erizan a uno la piel y la dejan como si fueran ventosas.

Subían de todo a medida que la olla se calentaba y el agua empezaba a hervir. También eso lo veo en sus ojos, una diminutas cuentas negras que se salen de las órbitas cuando se están calentando.

Nace durante la temporada de lluvia, en los huertos. Entre las hojas, pegados a los tallos, al rededor de la hierba húmeda. Solían arrancarlos para venderlos, y vaya si los venden caros. Unos tres por cinco centavos normalmente. Aunque cuando había un exceso, solían venderse en quince centavos la docena.

En mi hogar se adquirían dos pesos por semana, ya que era el platillo que se comía comúnmente todos los domingos. Sobre todo, si había invitados para ir a comer. Ese era el guiso que mi familia utilizaba para agasajar a las visitas importantes y más queridas. «Definitivamente, no hay mejor sitio para ir a comerlos que en mi casa». Esa era la expresión que solía decir mi mamá hinchada de orgullo, siempre que elogiaban su plato.

Me acuerdo de lo sombrío que era la cocina y la cacerola donde se cocinaban, hecha por un anciano cocinero francés; la cuchara de madera estaba bastante gastada por el uso y la mujer que la ayudaba con la preparación, era gorda, implacable y despiadada ante el dolor. No era alguien que se ablandará con los gritos que escuchaba. Siempre atizando el fogón y manteniendo el fuego a buena temperatura sin importar nada.

Yo en mi cuarto los escuchaba chillar todo el tiempo. Además que siempre llovía y sus gritos se mezclaban con el sonido de la lluvia. Aun así, no moría pronto, su agonía duraba tanto tiempo que parecía nunca terminar. Durante esos momentos yo me encontraba en mi cuarto acostado en la cama, tapando mis oídos con la almohada, aunque de igual forma los seguía escuchando.

Al despertar a la medianoche seguía escuchándolos. Jamás me entere de si seguían con vida, pero sus gritos estaban guardados en mi mente, en mis oídos, talandrándome sin cesar todo mi ser.

En algunas ocasiones, podía ver a cientos de diminutos ojos pegados en la ventana goteando. Cientos de ojos redondos y negros. Ojos brillantes y húmedos por el llanto que imploran misericordia. Aunque nunca sentí un sentimiento parecido en esa casa. No había ni pizca de compasión, nadie se inmutaba ante toda esa crueldad. En todo caso, sus ojos y gritos aun me siguen por todos lados.

Llegue a comprarlos en algunas ocasiones, aunque la mayoría de las veces mentía y decía que no los había encontrado. Cierto día, sospecharon que estaba mintiendo y más nunca me enviaron. Entonces me tocaba ir a la cocina y ella venía con la cubeta llena, mientras que yo le echaba la peor mirada de desprecio que pudiera hacer. Ella solo me veía y fruncía su nariz chata.

La preparación era compleja y requería tiempo. Para empezar, los colocaba en una caja con pasto y les daba una hierba extraña para que comieran. A simple vista les gustaba, además que servía para purgarlos. Se les dejaba por lo menos todo un día completo y luego, al siguiente día se bañaban con mucho cuidado, para evitar lastimarlos. Al finalizar los secaban y los colocaban en una olla con agua fría, junto con algunas especias y hierbas, vinagre y sal.

Mientras el agua se calentaba, comenzaba a escuchar los chillidos, una y otra vez; en ocasiones, de forma similar como lo hace un bebé al nacer, o como chilla un ratón cuando lo pisas, o como un gato que esta siendo ahorcado.

La última vez que estuve en mi casa, el banquete fue inmenso y muy saboreado. Un final muy dulce para uno de los cuentos cortos mexicanos.

La Oveja Negra

Otro de los cuentos cortos mexicanos es la oveja negra, escrito por Augusto Monterroso. Es el más corto de esta lista, y se trata de un país lejano donde había una oveja negra que fue fusilada.

Pasaron décadas, y el resto de las ovejas que se sintieron arrepentidas irguieron una estatua ecuestre en el parque. De esta forma, cada vez que hubiera una oveja negra sería fusilada para que el resto de las ovejas comunes pudieran aprender a desarrollar sus habilidades en la escultura. Uno de los cuentos cortos mexicanos bastante corto pero sustancioso.

Toros del Rodeo

El próximo de los cuentos cortos mexicanos que leeremos fue escrita por Raúl Noriega Sandoval.

La historia comienza con el general y su afición por lo toros, el cual le encantaba saber todo lo que podía sobre este medio taurino. Poseía su propia plaza de toros y le encantaba jugar con los toreros como un niño con sus muñequitos. Entre ambiciones estaba el poder conseguir algún día una ganadería de reses bravas. Luego de mucho esfuerzo, compras y ventas la logró fundar.

Así transcurrió el tiempo y pudo ver como sus «bravos» se desarrollaban, consiguiendo mucho elogios de sus amigos y compañeros empresarios. Siempre escuchaba cosas como: que finos, seguro son miuras mexicanos, nadie podrá contra ellos, etc. El general por su parte, respondía invitándolos a verlos.

Cuando llego el día de por fin exhibir a los animales que ha estado criando, la gente, que lo repudiaba por tirano, deseaba con todas sus fuerzas que no tuviera éxito, para poder desquitarse en la plaza por todo lo que no podía vengarse fuera de ella.

Cuando suena la bocina y dejan salir al primer animal; el «tabaco» entra en escena a correrlo. El toro al percatarse de su contrincante, corre asustado como un cordero al otro lado del ruedo. El tabaco se lanza detrás de el mientras este corre despavorido por toda la plaza. La gente que observa el espectáculo, pateaba con fervor y alegría por lo que estaba ocurriendo.

El matador, tratando de evitar algún regaño, intenta sujetarlo. Animal perdido; pues los caballos salen al trote para acorralarlo y luego de mucho esfuerzo lo alancean acorralándolo por las tablas y evitando que se escape.

CUENTOS CORTOS MEXICANOS

El juez respiro profundamente y agarro un avara. Las reglas decían que no debía devolverlo. Además, quien sería capaz de devolverlo al corral luego de ver lo manso que era el animal. Todo esto mientras masticaba un puro.

Algunas personas que estaban presente le dijeron al general que quizás algo había, pasado, que seguro sus enemigos lo enyerbaron. Pero entonces un pistolero indico, que había estado en la corraleta toda la noche.

Entre tanto, el buey con aspecto de toro feroz, termino de ser liquidado por el matador que tenía al frente. Aunque éste tuvo mucho cuidado de no hacerlo de una manera tan brusca, para evitar tener el repudio del juez.

Luego de esta primera decepción, comienzan a salir el resto de los toros unos tras otro con el mismo resultado, el segundo, el tercero, el cuarto; todos mostrando miedo, algunos sin querer salir del corral y otros intentando escapar, huyendo por el rodeo.

Mientras esto ocurría, la multitud se regocijaba. Muchos insultaban al General, a la empresa, a sus empleados y al Juez de la Plaza. A su vez, la gente comenzaba a lanzar los desperdicios y la basura al ruedo. Por lo alto, las fogatas lanzaban lujubres reflejos.

En cambio, en el palco del General no se escuchaba ni un alma. Todos los presentes ya tenían dolor en las nalgas por las duras sillas, pero aun así; nadie se movía de su lugar. Todos tenían la garganta reseca, pero nadie pedía ninguna bebida, ni cerveza, ni agua, nada. Cualquier acción podría ser el catalizador que desencadene la furia que debe estar sintiendo el General en estos momentos.

Él cual miraba impertérrito todo lo que pasaba en el rodeo mientras analizaba a quien podía culpar de lo que estaba ocurriendo, de la vergüenza que estaba pasando.

En ese momento dice con voz seca y lívida de coraje, que el siguiente es su gallo ganador.

La quinta fiera que se prepara para salir, posee el aspecto más imponente que el de todos sus antecesores: de un color negro listón, corniabierto y con el nombre de «Jabato». Aún así, cuando da inicio el encuentro se muestra totalmente manso de solemnidad. Ni si quiera llega a dar un capotazo. Los caballos comienzan a perseguirlo, como si esta fuera la finalidad del evento. Al final no se logro picar. Hozó las basuras para luego, echarse con placidez a mitad de la plaza.

CUENTOS CORTOS MEXICANOS

El público al ver esto, se lanza al ruedo con frenesí. Pero a pesar de todo esto, el animal sigue inmutado mientras lo coleaban y le daban patadas. Lo más que llegaba a hacer, era alguna que otra carrera corta.

El general veía en la sombra de su palco lo que ocurría con un paroxismo del coraje, pues sentía que aquello, era algo que le estaban haciendo directamente a él. En ese momento suelta un grito preguntando por Julián.

Este entro y escucha como su jefe le ordena que ingrese la policía al rodeo y expulse a toda esa gente a punta de culatazos. A su vez, le indica a Pepe que vaya por el Juez y que lo encierre; sin antes darle una buena «calentadita». Pues es él quien tiene la culpa de todo lo ocurrido. Los empleados afirman con un «Si, mi general» y salen a acatar sus ordenes.

En eso, el mayoral se escurrió por el callejon. En ese mismo instante, un grupo conocido como la Porra, abría una canasta que parecía tener comida, pero dentro, cubierta con un mantel blanco, había una lata de cinco litros de gasolina. En eso se escucha, «muchachos, a ti te toca», «bajas, negro».

Cuando la policía llego, había una algarabía a todo dar, lluvia de almohadillas y vasos llenos de orines iban y venían por todo el rodeo. En ese momento se escucho un crepitar, seguido de un enorme toro en llamas, que corría a más no poder, corneando y dando coces. En sus ojos se podía ver el dolor y como buscaba de forma desesperada donde descargar su furia. La gente corría desesperada huyendo despavoridos mientras volaban tablas por los aires.

Lo siguiente que se escucha, es el sonido del toro golpeando contra la barrera. Esta se astilla en los pitones mientras sigue corneando y levantando las tablas. Cuando se percata que no podrá salir por ahí, empieza a moverse por el ruedo, haciendo ruidos de dolor y dejando a su paso una estela de olor a fritangas.

Se puede apreciar como la masa de fuego va de un lado al otro, gira para atrás y para adelante, mientras el humo que va exhalando pareciera que fuera un combustible que le da más potencia.

Al poco rato, el toro queda ciego y golpea repetidas veces la puerta del toril intentando huir del dolor, de su suerte. Sigue buscando cornear desesperado mientras sus cuernos se comienzan a despedazar hasta las cepas. Pero a pesar de todo esto, el sigue luchando y golpeando con la testa sin perder la esperanza de huir. Se puede apreciar como de los orificios de los cuernos brota abundante sangre que disipan las llamas que surgen del testuz.

CUENTOS CORTOS MEXICANOS

Muchos volteaban los ojos ante semejante escena, aunque era difícil dejar de ver las grandes úlceras humeantes del toro que se cocía vivo; ya se podían observar trozos de piel en carne viva. La gente lo sigue de cerca con prudente distancia. En eso, el toro no puede más y sus piernas se doblan y cae al suelo.

En ese mismo instante, suena el sonido de un cañonazo y se esparce por todos lados tripas y tejidos musculares. La gente que esta a su alrededor corre desesperada sacudiéndose la ropa gritando de gusto. Por todos lados se escuchaba «órale; huele a barbacoa». Un final bastante animado para uno de los más curiosos cuentos cortos mexicanos.

El Murciélago

Este es otro de los cuentos cortos mexicanos que inicia así, hace mucho tiempo vivió un murciélago muy bello. Considerado como uno de los animales más preciosos de la creación. Debido a que se quería parecer al resto de las aves, decidió subir al cielo y le pidió al creador que lo bendijera con plumas. La respuesta que recibió fue, que podía obtener las plumas que deseara, siempre y cuando se las pidiera a las demás aves; a las aves más hermosas del planeta. Entonces, el murciélago decidió hacer eso.

Luego de pasar un tiempo consiguiendo las plumas, el murciélago lucía ufano, debido a su nuevo aspecto. Aleteaba sus alas por toda la tierra vanagloriando su imagen. incluso, una vez; con el batir de sus alas, llego a crear un esplendido arcoiris.

CUENTOS CORTOS MEXICANOS

El resto de los animales lo miraban embotados por su deslumbrante imagen. Aunque los comentarios y los halagos empezaron a hacer mella en él. Poco a poco la soberbia fue creciendo y apoderándose de su raciocinio. Comenzó a mirar al resto de las aves con desprecio y las consideraba como animales inferiores a él, debido a su belleza.

Ya no había ningún animal que estuviera a su nivel y lo único que importaba era el aspecto físico. Las demás aves comenzaron a sentirse humilladas debido al vuelo del murciélago. Ya que su pavoneo constante comenzó a ser insoportable para el resto de los animales. De esta forma, sus ofensas le fueron comunicadas al creador que decide hacer algo al respecto.

Después de mirar la conducta del hermoso murciélago, lo mando a llamar y le pidió que subiera al cielo. Cuando por fin estuvo frente al creador, empezó a agitar sus alas con un éxtasis sin igual, emanando una enorme alegría. Así continuo agitando sus alas repetidamente, hasta que poco a poco se le fueron cayendo y finalmente, perdió todas sus plumas.

En ese momento se percato de lo que ocurría y se sintió desnudo. Así como estaba al inicio de todo. Con mucha vergüenza, descendió a la tierra y se refugio en las cuevas donde decidió no ver más para evitar tener que ver su desnudez.

CUENTOS CORTOS MEXICANOS

Los días siguientes llovieron muchas plumas de colores, pero debido a que se negaba a mirar y se decidió ocultar del mundo, no fue capaz de observar lo que pasaba. A partir de ese día, el murciélago ha sido recluido a la oscuridad, a vivir con su egoísta actitud. Una moraleja importante para este integrante de los cuentos cortos mexicanos.

Si te ha parecido de utilidad este artículo sobre los cuentos cortos mexicanos, quizás debas visitar también el cuento de EL Niño y los Clavos.

2 comentarios en “Cuentos Cortos Mexicanos, Interesantes Relatos y Más”

  1. Agradezco la publicación de un cuento escrito en mi juventud .Ahora con mas de ochenta años he madurado y tengo una novela y otra serie de cuentos que reflejan el Mexico de los años cuarentas . sI LO desean con mucho gusto se los ire enviando. El cuento taurino que me gusta mas es LA MUERTE EN LA SUERTE que gano un premio en un concurso literario en el 1980 y se encuentra en el mismo ejemplar de donde esta Los Toros del Rodeo Agradeciendo su atencion les envio un cordial saludo y felicitacion por la magnifica seleccion de cuentos

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    • Hola Raúl

      Muchas gracias por leernos, nos esforzamos por compartir contenidos de calidad al alcance de todo el público. Te invitamos a visitar otros de nuestros artículos. Saludos

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