La Bondad, valor indispensable de todos los seres humanos

La dinámica mundial marcada por noticias negativas, lleva a considerar que los momentos felices, deberían ser protagonistas. Enarbolando valores que exaltan al ser humano, como la bondad, cambia lo nefasto de esta rutina mediática. A continuación veremos que implica este valor.

¿Qué es un ser bondadoso?

Para entender el significado de la bondad, se tiene que decir que la misma se deriva de la palabra bueno, y que se asocia a la caridad, generosidad; ser bondadoso entonces, implica ponerse siempre en el lugar del otro, sentir y tener conciencia de las necesidades o calamidades que éste  se humano sufre.

Al tener conciencia de la magnitud de las las penurias del prójimo, es propicio para entender, darse cuenta, que no basta conocer la situación, se debe entonces además procurar, realizar un conjunto de acciones necesarias que pudieran aliviar, atenuar las dificultades que nuestro compañero o vecino experimenta.

Pareciera entonces, que la bondad, es una condición muy especial, que solamente está presente en seres “iluminados” por alguna fuerza celestial, fuera de nuestra dimensión de vida. Pues no, la bondad es una condición inherente al ser humano, todos los que formamos este grupo podemos desarrollarla, mostrarla y por supuesto practicarla de la forma más sentida posible.

De esta evidenciamos que somos caritativos, que nos conmueve las vicisitudes de nuestros semejantes, al movilizar en el ser humano el mejor espíritu cooperativo deseable, y con esto, consolidamos, una de las expectativas más anheladas por las personas de buena voluntad  en el planeta entero,  el clima de paz que todos deseamos.

Esta situación de presentar la bondad y el ser bondadoso como una consideración propia de seres especialisimos, tiene su asidero, precisamente en la tendencia de concebir la vida del ser humano, centrada fundamentalmente en sus necesidades; al respecto, es fácil escuchar frases como: primero yo y luego los demás, primero yo, segundo yo y si queda algo también es mío; En el reino de los cielos, primero yo que mi padre.

la bondad

Estos planteamientos son suficientemente claros para entender, lo centrado que está el  mundo en lo que se conoce como individualismo, y todo lo que este principio filosófico de vida significa, porque para cumplir con las metas personales que se plantean, son capaces de agredir, marginar, discriminar en el nombre de su éxito personal.

Como podemos observar aquí, en los que profesan la vida centrada en sí mismo,  no existe la noción del otro, no existe, la idea de participar en la solución de los conflictos que nos aquejan a todos, su vida transcurre en un burbuja ajena a todo el entorno que lo rodea, sin duda alguna, no existe para nada la noción de bondad.

La bondad ¿se puede aprender?

Así como la vida está centrada en el yo feliz, individual, sin importarle las personas que existen en su entorno, esta consideración, constituye una situación construida, que propició, objetivos sociales orientados, no al bienestar de todos. De igual forma,  se hace necesario forjar una nueva sociedad centrada en valores, donde la bondad sea la virtud regente, para esto, se debe comenzar educando a los niños, éstos, ganados para la bondad, serán  seguros agentes del cambio social.

¿Cómo los niños pueden llegar a ser bondadosos?

Para lograr que los niños tengan una conducta bondadosa y la misma se desarrolle en ellos como algo natural, se deben procurar espacios donde se estimule esta práctica; al respecto, son ideales en la consecución de estas metas, utilizando herramientas y procedimientos adecuados la familia y la escuela.

En estas instituciones sociales básicas, en la socialización del ser nos encontramos, con la necesidad de que los niños tengan ejemplos vivos de bondad, sus padres, hermanos mayores deben representar el modelaje adecuado para que los niños perciban, observen en estos, la bondad como un acto cotidiano de vida.

la bondad

La práctica entonces es la que permitirá tener niños que tengan la bondad como meta de vida. Al respecto, se deben estimular acciones en la familia como; acompañar a sus abuelos o parientes mayores en sus actividades, escuchando con respeto sus observaciones, ejecutándolas evidenciando reconocimiento y motivación, para que éstos vean la importancia y la valoración de los niños en sus recomendaciones.

Realizar actividades dentro de la familia y en  la escuela que evidencien el aprecio y el sentido de pertenencia de los niños hacia el lugar donde se desenvuelven: habitación personal, casa, aula de clase; ayudar en las actividades del hogar, por ejemplo en la cocina, con asesoramiento de  algún  adulto, mantener limpio y ordenado sus objetos personales (juguetes).

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Las conductas de cortesía social, su desarrollo en los niños, también contribuyen a generar un espíritu bondadoso, cuando: abre la puerta a una dama o adulto, ayudando a cargar las compras a su madre, o a alguien que lo necesite, ceder su puesto en un colectivo, en la mesa y colocar la silla a una persona mayor; son comportamientos que denotan educación y cortesía evidenciando a un niño bondadoso.

Desprenderse de objetos que no necesita y que pueden ser útiles para personas en situación de precariedad social, es otra actividad que en el niño contribuye a sembrar el hábito de la bondad. Se pueden señalar entonces, la donación de juguetes usados en buen estado, y de ropa en la misma situación, donar libros en su escuela para niños que no tengan la posibilidad de adquirirlos y otra gran cantidad de actividades donde se puede manifestar la bondad  como un valor en los niños.

La escuela forjadora del valor de la bondad

Indudablemente, la familia sola, no puede cumplir el proceso de formación del niño como agente de cambio, necesita de otros aliados, y mientras más proyección y penetración en las masas tengan, mejor, ya que se consolida más efectivamente  la  meta deseada. Sin embargo, la escuela representa el espacio ideal en la construcción de ese nuevo ser, es allí donde el niño transcurre gran cantidad de horas diarias y tiene en el docente el modelaje perfecto

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Todo educador debe mostrarse presto a delegar tareas en los niños que promuevan en ellos el mayor sentido de cooperación posible en el grupo de alumnos, por ejemplo, la limpieza y el acomodo  del aula en forma diaria, es una actividad que se presta para tal situación, generando un importantísimo sentido de responsabilidad y  pertenencia en el alumnado.

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Tener la realización de lo que se conoce como labor social, como una actividad fija en la planificación docente,  dentro y fuera de la institución, es otra forma de estimular la participación del niño en tareas relacionadas, con atender las necesidades sociales de otros, o, ayudar a solucionar algún problema que aqueje a todos por igual dentro de la comunidad.

La educadora consciente valora la importancia de la  formación en valores, utilizando herramientas creativas como: la realización de cuentos donde el tema central sean los valores, la dramatización de situaciones que  evidencien valores fundamentales, la realización de carteleras, murales que evidencie el espíritu de cooperación y se muestre principalmente un valor como la bondad.

Lo anterior permitirá estimular al niño a tener una conducta más consciente, valorando otros aspectos importantes en la estructura de la personalidad  como: la generosidad, la tolerancia, la piedad, la caridad, que  en fin,  nos conduciría  a obtener un final feliz, una historia escolar, donde el protagonista en  un niño bondadoso.

A continuación te presento, un video que ilustra el valor de la bondad.

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